BANK PANIC!
Bank Panic es un adictivo juego de habilidad basado en la rapidez de reflejos y ambientado en el oeste americano. Se trata de un juego producido y distribuido por la incombustible Sega, aunque fue la compañía Sanritsu la que desarrolló el juego. Como curiosidad, el logo de Sanritsu está presente entre la información gráfica del juego aunque en ningún momento aparece en pantalla.
En Bank Panic tomamos el papel del vigilante de un banco de cualquiera de las más peligrosas ciudades del far west. Y debe tratarse de alguna ciudad muy poblada porque no paran de entrar clientes, o bien a ingresar dinero, siempre en saquitos de monedas marcados con el símbolo del dólar, o bien a retirar dinero pistola en mano y con el rostro cubierto por un pañuelo. Esos son los peligrosos. Nuestro jefe nos tiene bien aleccionados para que les proporcionemos una buena dosis de plomo y más nos vale que seamos rápidos en hacerlo si no queremos que ellos hagan lo mismo con nosotros.
El banco tiene doce puertas de acceso numeradas del 1 al 12 tan próximas entre sí que siempre tendremos tres a la vista, y se diría que tiene forma de círculo porque a la derecha de la 12 vuelve a estar la 1 lo cual es una ventaja muchas veces para llegar antes a determinadas puertas. En la parte superior de la pantalla doce indicadores nos indican cuándo hay alguien esperando a ser atendido. Lo que no dice es si es cliente o bandido. De esa manera decidimos a qué puertas dirigirnos para pasar a la acción. Ninguna puerta se abre sin estar nosotros presentes ni tampoco mientras nos estamos desplazando.
En el panel de control tenemos una palanca para desplazarnos a izquierda y derecha, y tres botones de disparo, uno para cada una de las tres puertas que tengamos a la vista en ese momento. Siempre tendremos a la vista también los tres puntos de mira a los que corresponde cada botón de disparo.
Cuando una puerta se abre, varios tipos de personajes pueden aparecer:
En las primeras rondas nada más empezar siempre aparece un niño con varios sombreros apilados sobre su cabeza, a los que dispararemos sin miedo machacando el botón de disparo ya que bajo el último de ellos esconde el saquito de dinero que nuestro jefe el director de la sucursal tanto aprecia. Y no hay problema si disparamos alguna bala de más ya que no causará ningún efecto. Eso sí, no siempre hay dinero bajo su último sombrero sino un monigote de broma. (Condenado crío, si te agarro…)
Nuestros clientes favoritos son unos tipos con bigote que simplemente dejan caer el saquito y se van sin causar molestia alguna. Mira si el jefe les tiene aprecio que un día le regaló a uno un llavero con el nombre de la entidad.
En ocasiones alguno de ellos aparece tras la puerta atado con una cuerda. Deberemos efectuar un único disparo para liberarle y él en agradecimiento depositará varios saquitos sobre la mesa. ¡Nos estamos ganando el sueldo!
También pueden aparecer unas señoritas con vestido rojo o azul chillón y cara de susto que tras mirar ambos lados depositarán su saquito, aunque a medida que avancen las rondas lo más probable será que un bandido les dé un empujón y aprovechando que la puerta sigue abierta tratará de asaltar el banco disparando sin dudarlo. Ya sabéis qué hacer, que para eso tenéis un revólver. Y por cierto, los clientes inocentes también pueden recibir el mismo empujón con idéntico resultado.
Los bandidos, que a medida que avanza el juego serán más rápidos y numerosos, son reconocibles por cubrir su boca y nariz por un pañuelo y por su fijación en mostrarnos la pipa, y si les damos tiempo suficiente también nos mostrarán su infalible puntería hacia nosotros. Recomendamos darles tiempo a desenfundar antes de dispararles en las primeras rondas para así obtener mayores puntuaciones. Si les disparamos antes de que desenfunden sólo obtendremos 100 puntos de consolación. Se aplica la ley del oeste que dictaba que para que un enfrentamiento sea justo, ambos pistoleros debían haber desenfundado. Eso sí, en rondas avanzadas mejor nos dejamos de juego limpio y nos aseguramos el pellejo, que estos malhechores se vuelven muy rápidos.
En ocasiones sucederá que nuestro disparo impacte sobre el arma del bandido dejándola a su alcance, y muy rápidamente debemos dispararle para evitar que le dé tiempo a agarrarla y usarla en una fracción de segundo. En otras ocasiones al morir además dejará caer un saquito que probablemente sea fruto de un anterior asalto. ¡Otro cliente satisfecho!
Algunos bandidos no saben disimular o juegan al despiste o se creen que están esquivando un toro porque aparecen dando bandazos de un lado a otro antes de ponerse de frente y disparar. Cuando os aparezca uno de esos así no dudéis en darle al gatillo, o veréis vuestra vida pasar como en una película en Cinemascope.
Una cosa más: Mike Cicatrices y su banda también andan por el pueblo y éstos no llaman a la puerta: colocan unos cartuchos de dinamita en ella y esperan a que explote, y ojo que explota el banco entero y tú pierdes la vida. Unos pitidos nos avisan del peligro, y en la parte superior de la pantalla se nos indica qué puerta es la elegida para que vayamos inmediatamente a dicha puerta a pegar un tiro a la mecha, la cual se apagará y todo volverá a la normalidad. Bueno, si a esto se le puede llamar normalidad.
Y ya por último, a modo anecdótico puede suceder que se abra una puerta y no aparezca nadie y se cierre. ¿Sería el viento, el fantasma de algún cliente molesto por haberle matado por error, un fallo de programación? No sabemos, pero ahí está.
Poco más se puede decir del argumento del juego. Una cosa sí, y es que es un juego que funciona por patrones de tal forma que al igual que sucede con Pacman, un jugador puede memorizar los movimientos que hace en una partida y aprender lo que sucederá tras cada puerta siempre que repita el mismo patrón de movimientos. Se pierde el factor sorpresa, por supuesto, que es la clave del éxito del juego. Un juego en el que es imposible eternizarse dados los niveles de exigencia que llega a alcanzar.
Bank Panic no tuvo ninguna secuela. Fue convertido para las consolas SG-1000 y Master System de Sega pero el tiempo no lo ha traído de vuelta en ningún recopilatorio, probablemente debido a que los derechos del juego parecen pertenecer a la prontamente desaparecida Sanritsu. En España Dinamic realizó uno de esos plagios que tan comunes eran para ordenadores de 8 bits bajo el nombre de West Bank.
Los que hayáis aguantado hasta el final de estas líneas recordad que los tiempos de los primeros banqueros eran muy duros, no había cajeros automáticos, mucho menos transacciones online, y la única forma de mover dinero era con dinero físico. A veces era más seguro mantenerlo escondido en casa bajo una baldosa que llevarlo al banco.
Disfrutad de Bank Panic y que no os roben los ahorros que tenéis para visitar el Museo del Recreativo. Saludos, vaquero.
Con la colaboración de:
Paturlas
Nostálgico de todo lo que existía en los 80 y 90, especialmente máquinas recreativas y pinballs
Colaborador del Museo del Recreativo