Arcades electromecánicas
La primera generación de juegos arcade comienza a mediados de siglo XX, tras la segunda guerra mundial y en pleno auge de la era industrial. Las máquinas mecánicas accionadas por monedas ya existían incluso a finales del siglo XIX. Estas primeras máquinas eran muy rudimentarias, muchas de ellas ni siquiera usaban energía eléctrica, y si lo hacían era únicamente para dar corriente a una bombilla que iluminaba el área de juego o poner en marcha un motor que hacía moverse algunas figuras o mecanismos. Todo lo demás funcionaba de forma mecánica y se basaba en el principio de la gravedad y el uso de palancas, ruedas, y tiradores con muelles por parte del jugador.
Los primeros juegos eran tan sencillos como juegos como punching balls y otros de demostración de fuerza, o de habilidad en los que controlar mediante ruedas y palancas el movimiento de una bola sobre un circuito dirigiéndola hacia un objetivo concreto. También nacían los primeros pinballs, en los que el jugador a través del muelle lanzador ponía una o más bolas en movimiento por un tablero inclinado donde únicamente había clavos y unos agujeros donde quedaban las bolas detenidas, y que estaban marcados con unos números que el jugador sumaba para obtener su puntuación. Introducir una moneda y activar una palanca devolvería las bolas al lanzador y así se podía iniciar una nueva jugada.
Con el paso del tiempo estas máquinas fueron ganando en complejidad y empezaron a introducir progresivamente bobinas electromagnéticas, relés, motores, contadores automáticos y se abrió la posibilidad de crear nuevos conceptos de juego. Aparecían gracias a ello los primeros juegos de conducción y galerías de tiro, siendo este tipo de juego el más predominante en la categoría de arcades electromecánicas. Además se introdujo la idea de colocar en algunas máquinas los elementos del juego en el fondo del cajón y que se vieran reflejados en un espejo de forma que se obtenía una realista sensación de profundidad. Esto tenía la ventaja de que el diseñador también podía crear efectos de iluminación a su antojo y en algunos casos hacer uso de una «luz negra» para resaltar elementos pintados con colores fosforescentes.
Similares a las galerías de tiro eran los juegos de simulación submarina donde en esta caso se lanzaban torpedos a barcos en movimiento. El mismo sistema de funcionamiento servía para juegos de ataque aéreo. En ambos casos la silueta de un torpedo o un misil aéreo, avanzando tras una lámina translúcida era guiada por el jugador tratando de derribar el objetivo enemigo mientras este «caía» al tiempo que una luz iluminaba la silueta de una explosión.
Otros juegos electromecánicos consistían en guiar aviones o helicópteros que iban sujetos a un eje por un brazo metálico, y que debían ascender o descender pasando por determinados puntos del tablero que se iban iluminando antes de que se agotara el tiempo.
Respecto al mercado español este tipo de juegos también tuvo su representación por parte de compañías como Segasa, Playmatic o Inder, con juegos muy similares, en ocasiones réplicas de sus hermanos americanos, aunque distribuidos en menores proporciones ya que en los locales de juego, y recordemos que los juegos de azar estaban prohibidos durante la dictadura, lo que predominaba eran las mesas de billar, los futbolines y los pinballs.