Pinballs
Los soldados franceses que ayudaron en la Independencia de EEUU llevaron un juego tipo billar que se llamaba “Bagatelle”. Este juego de habilidad que consistía en golpear bolas con un taco para introducirlas en agujeros en el tapete, posteriormente fue modificado por los americanos para convertirlo en un juego de azar, al sustituir el taco de billar por un lanzador fijo y darle pendiente a la mesa. Las bolas se lanzaban hacia la parte alta de la mesa e iban cayendo por el tablero lleno de clavos para, con suerte, acabar en alguno de los agujeros distribuidos por la mesa y obtener puntos. De esta forma, de la combinación de clavos (pin) y bolas (balls) nació el Pinball.
A España llegaron sobre el siglo XIX e inicialmente se los llamaba Billares Romanos. Se pueden encontrar referencias a estos aparatos en la prensa de finales del siglo XIX como en la revista de 1897 “Madrid Cómico” donde se le criticaba: “… con un billar romano, de esos que tiene que prohibir la autoridad, porque en ellos la bola siempre cae del lado de Sagasta, es decir, del lado que le conviene al dueño del artefacto”.
La primera vez que se regulan es en 1933 por el gobierno de la II República “Con el fin de favorecer la industria nacional de la fabricación de máquinas automáticas” y, a pesar de que eran máquinas de puro azar, se las cataloga como de recreo o pasatiempo . Apenas dos años después, en 1935, el mismo gobierno prohíbe este tipo de maquinas al darse cuenta que a pesar de no dar premios directos, los propietarios de los locales en que se encuentran instaladas facilitan premios en determinadas jugada o puntuaciones ”lo cual redunda principalmente en perjuicio de la clase obrera, por estar instalados la mayoría de aquellos en los lugares de esparcimiento y concurrencia de ésta, quienes por conseguir un premio de los ofrecidos por las máquinas y de buena fe creen poder obtener, hacen desembolsos que les son indispensables para subvenir a sus necesidades”. A parte, se justifica la prohibición al darse cuenta que la mayoría de máquinas que se explotan son de fabricación extranjera, solo unas pocas eran de fabricación nacional como la sevillana “Fabe” de F.Abadín de 1931 y la “Rolls A” de E.M.Dasi fabricada en Santander por Talleres de Tetuan de 1933. La prohibición de este tipo de maquinas de azar no era exclusivo de España, en muchos países europeos también estaban prohibidas e incluso en varios estados de EEUU.
En 1947 el fabricante americano Gottlieb lanza el primer pinball con aletas o flippers e inventa así el pinball moderno, un juego de habilidad y no solo de azar, lo que consiguió que empezara a despenalizarse en gran parte del mundo. En España estábamos viviendo un dura postguerra más preocupados de la supervivencia y donde la posibilidad de importar este tipo de maquinaria de diversión era prácticamente imposible, aun así, de estraperlo, llegaban algunas maquinas americanas provenientes de Marruecos que se instalaban en hoteles, bares y tabernas a pesar las leyes republicanas que aún estaba vigentes y que las prohibían.
Y es por la incipiente popularidad de los pinballs que Cipriano Martínez Cembrano funda la primera fábrica de pinballs en Zaragoza, en 1952 llamada CMC. Estos primeros pinballs españoles eran muy pequeños, fabricados en formica, con mecanismos frágiles al utilizar materiales de baja calidad. Sufrían de muchas averías y un rápido deterioro, prácticamente se debían repasar cada semana y apenas duraban un par de años en explotación, aun así era un gran negocio y pronto otros fabricantes, especialmente zaragozanos, catalanes y madrileños, comenzaron a producir también pinballs, sobre todo a raíz del estreno de la película “Trapecio” (1956) de Burt Lancaster, Tony Curtis y Gina Lollobrigida que tuvo gran éxito en España y donde aparecían un pinballs en una escena que llamó mucho la atención.
Era una época de pioneros, donde electricistas, relojeros, fabricantes de billares o futbolines, ingenieros e inventores montaban pequeñas fabricas donde hacían pequeñas tiradas de pinballs, en la mayoría de las ocasiones de baja calidad pero que se vendían sin problemas debido a la alta demanda: Billares Quevedo, Billares Córdoba, Orus, Laguna, Automáticos VAHER, SALOR, Torres-Macarron, Escardibul, Kromson, FAER, Coapin, JAICAR, CEDES, y un largo etcétera de pequeños y medianos fabricantes que aprovecharon su momento.
Es a finales de los años 50 donde aparece el primero de los grandes fabricantes españoles y que incluso ha dado nombre a los pinballs en España: PETACO que agrupó a un dream team de empresarios, operadores, ingenieros y fabricantes madrileños para fundar una de las empresas mas exitosas de maquinas recreativas conocida en todo el mundo. Poco después se funda MARESA, una empresa oficialista cuyos socios eran exministros, militares y personas muy relacionadas con el régimen franquista. A estas dos empresas se les une poco después INDER liderada por el madrileño Pepe Martin, uno de los grandes diseñadores de pinballs españoles y la barcelonesa PLAYMATIC. Estas 4 empresas dominarían el mercado español de pinballs durante los años 60 y 70 donde los fabricantes americanos tenían vetadas su entrada por las políticas franquistas que limitaban las importaciones. Lo único que se permitía era fabricar modelos de maquinas diseñados en EEUU con materiales y medios españoles, a veces a cabio de unos royalties y en ocasiones simplemente pirateando. Un escalón detrás estaban otras empresas de buen nivel, pero a las que costaba seguir el ritmo de las mas grandes, como Talleres del Llobregat, SEGASA (fundada por los fundadores de SEGA Japón y con socios de los americanos de Williams), MAM, Recreativos Franco, Bill Port, etc.
Con precios muy competitivos, maquinas ya de gran calidad, producciones enormes y un mercado poco regulado, estas empresas españolas se hicieron tan grandes que pronto empezaron a fijarse en el mercado exterior. De esta forma PETACO dejó de copiar pinballs americanos de Gottlieb para sacar sus propias e exitosas maquinas que vendió en el mundo entero bajo la marca de RECEL, especialmente en Europa. Igualmente SEGASA dejó de fabricar modelos de Williams para hacer sus propios modelos que arrasaron en el mercado norteamericano y que hoy en día siguen siendo maquinas muy apreciadas por coleccionistas. Playmatic, que solo hacia pinballs originales, llegó a montar una fabrica en México desde donde exportó a toda Sudamérica y a EEUU. Recreativos Franco también exporta sus máquinas a EEUU bajo el nombre de Interflip, seguramente porque Franco no nombre que le abriera muchas puertas, a pesar que no tenían nada que ver con el régimen fascista.
A final de los 70 con la llegada de la electrónica, de las maquinas de videojuegos y la despenalización del juego sacaron a los pinballs de los salones recreativos y de los bares, al ser maquinas muy grandes o de poca recaudación comparada con las tragaperras. Los grandes fabricantes tuvieron mas complicado el cambio debido a plantillas grandes y muy especializadas en la electromecánica y la mayoría cerraron durante los años 80. La producción de pinballs llegó al mínimo a mitad de los 80 que se llego a temer que los pinballs desaparecerían.
Con la desaparición de los grandes fabricantes, especialmente PETACO y MARESA, se crearon otras empresas más pequeñas, más dinámicas y más preparadas para los nuevos tiempos. Especialmente Juegos Populares, fundada por Juan Paredes (uno de los empresarios mas importantes del recreativo español y fundador de PETACO) que apostó por el resurgimiento del pinball y montó una fábrica para sacar 100 pinballs diarios. Fue un éxito y no solo para JP sino para un monto de pequeños fabricantes nuevos (casi todos fundadas por antiguos empleados de empresas desaparecidas o por jóvenes ingenieros electrónicos que vieron en el pinball un complemento a sus diseños de maquinas de video).
De esta forma en los siguientes años se lograr volver a niveles cercanos a los logrados antes de la crisis en número de modelos diferentes y en producciones gracias a empresas como la mencionada Juegos Populares, Sega S.A. Sonic, M.A.C., Peyper (fundada por Eulogio Pingarrón, ex-diseñador en Petaco), Barni, CIC play, Cirsa bajo sus marcas Unidesa y Stargame, o Inder que nunca abandonó completamente la fabricación de pinballs.
De aquellos mediados de los años 80 podemos destacar la indudable popularidad de mesas como Faeton (Juegos Populares), Canasta 86 (Inder), Odin (Peyper) y Odin DeLuxe (Sega S.A. bajo licencia Peyper) o Mephisto (Stargame-Cirsa). Esta segunda juventud del pinball español comenzaría su declive coincidiendo con el fallecimiento de Juan Paredes en accidente de tráfico un fatídico 11 de septiembre de 1987, dejando huérfana su empresa Juegos Populares con los modelos Lortium y Quijote en la línea de producción, y tras ser adquirida por Automáticos Montecarlo ésta se dedicaría a terminar de montar ambos modelos con las piezas ya existentes incorporando su nombre y logo. No existe constancia de que Automáticos Montecarlo fabricase ninguna otra máquina.
Por desgracia a finales de los 80 llega una nueva y exitosa generación de pinballs digitales americanos con los que es difícil de competir. Incorporan displays alfanuméricos que posteriormente serían sustituídos por DMDs (matriz de puntos), circuitería electrónica avanzada con capacidades superiores tanto visuales (animaciones en displays y luces del tablero) como sonoras (más canales de sonido, voces digitalizadas) y la desaparición paulatina de los salones recreativos por la llegada de consolas cada vez más cercanas a la potencia gráfica de los últimos juegos, y la informática doméstica acaba no solo con el pinball, sino con la mayor parte de la industria del recreativo española, una de las más exitosas del mundo, de hecho algunos antiguos fabricantes de pinballs como Recreativos Franco (hermanos Franco) o CIRSA (hermanos Lao) se terminan convirtiendo en exitosas empresas del juego de azar y apuestas gracias a su potencial y experiencia adquirida durante su época de fabricantes de recreativas.
Ya durante los primeros años 90 el dominio del pinball americano es más que evidente mientras que ya solo van quedando en algunas localizaciones los pinballs españoles de la “vieja escuela” gracias a jugadores eventuales que no se animan a probar juegos de reglas complejas y a un precio de partida superior, y únicamente queda Inder fabricando mesas y alguna otra compañía como Sleic, o Spinball que tras el cierre de Inder fabricó unas pocas mesas en las mismas instalaciones para acabar echando el cierre definitivo poco después.
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