Pinballs electromecánicos
Entendemos por pinballs electromecánicos aquellos juegos de pinball en los que no interviene ningún circuito electrónico, y también aquellos que contienen componentes electrónicos con una función muy limitada y no contienen código de programa que regule el funcionamiento del juego. No se fabricaron muchos pinballs de tales características y la parte electrónica de los mismos se limitaba a emitir algún sonido determinado (al derribar las fauces de los dragones en Dragon de Recreativos Franco, por ejemplo), sustituir el xilófono, esas campanillas que suenan mientras se obtienen puntuaciones y emitir en su lugar tonos electrónicos, o sustituir los marcadores de tambores numéricos por displays digitales. El resto del juego seguía funcionando por medio de motores y relés que regulan el funcionamiento del juego y lo que sucede en cada momento.
España fue el segundo fabricante mundial de pinballs tras Estados Unidos, país de donde se importó la idea de dicho juego y también se obtuvieron licencias para replicar algunos de los tableros que allí se fabricaban.
Al igual que sucedió en Estados Unidos, el pinball fue evolucionando hasta disponer de dos flippers situados en la parte inferior del tablero tal como los vemos actualmente, aunque los primeros modelos en incorporarlos los tenían de un tamaño notablemente inferior y bastante alejados entre sí. En ocasiones se encontraban colocados en posición inversa a la habitual y con pasillos de pérdida de bola entre ambos, separados por algún pivote que podía ayudar ayudar a evitar la pérdida de la bola.
Durante los primeros años del pinball electromecánico las puntuaciones se mostraban por medio de unos recuadros que se iban iluminando progresivamente y en cuyo interior se indicaban cifras que normalmente iban desde los 100.000 hasta el millón, que era el máximo alcanzable, motivo por el cual durante muchos años en España se conociera a los pinballs como «máquinas del millón». Era frecuente que los pinballs carecieran de cabezal pero esto cambió definitivamente cuando se sustituyó el sistema de marcadores de recuadros iluminados por uno más atractivo a base de tambores numerados.
Los juegos fueron evolucionando en diseño y complejidad de reglas, con lo cual cada vez incorporaban más relés tanto en el cabezal como en el cajón bajo el tablero. Se pasó de un juego sencillo para un único jugador a mesas de hasta cuatro jugadores que se debían turnar durante la partida, lo que multiplicaba por cuatro el número de tambores y bobinas a instalar en el interior del cabezal. Otras cosas que se fueron añadiendo durante la era electromecánica y que siguen vigentes a día de hoy fueron la falta, que en los primeros modelos penalizaba la partida al completo, las bolas extra, los bonos de fin de bola, el doble bonus, la partida por lotería…
Y en cuanto a elementos del tablero fueron apareciendo los elementos que a día de hoy siguen siendo habituales como los bumpers, las dianas fijas, los agujeros «picabolas», las dianas abatibles, y los elementos que rodean a los flippers en casi todos los pinballs actuales que son los slingshots (rebotadores triangulares), pasillo de pérdida de bola y pasillo de retorno al flipper.