Redemptions

Nos encantan las redemption, no lo podemos negar. Esa mezcla de habilidad y azar en juegos en los que además de pasar un rato divertido podemos llevarnos algún premio de mayor o menor valor dependiendo de lo bien que nos hayan salido las cosas es un reclamo tremendo para nuestras monedas en boleras y centros de ocio de todo el mundo. Máquinas de todas las formas y tamaños cuyo límite es la imaginación del fabricante y el bolsillo del operador nos ofrecen retos imposibles sabiamente diseñados para que nos dejemos los euros en ellas tratando de demostrar nuestra habilidad ante nuestros amigos con el aliciente añadido de poder llevarnos uno o varios peluches de diversos tamaños u otros premios de feria, juguetes baratos de plástico de procedencia asiática o golosinas.

Al igual que ha sucedido con todo tipo de máquinas automáticas, el standard actual de las redemption es fruto de diversas evoluciones y adaptaciones a las tecnologías de su época así como las necesidades y aceptación hacia las mismas por parte de los usuarios.

En realidad podríamos decir que las máquinas redepmtion son tan antiguas como los parque de atracciones con la diferencia de que en dichas instalaciones los juegos son casetas de feria en las que se le entrega un dinero directamente a la persona que las atiende para que te dé acceso al juego en forma de pelotas que lanzar a unas latas, cargar de balines una escopeta, o simplemente activar el juego pulsando un botón al que sólo el encargado tiene acceso. Una vez concluido el juego dicho encargado entregará al jugador el premio correspondiente.

A pesar de existir ya en los años 1940 una importante cantidad de fabricantes de máquinas de juegos de habilidad electromecánicas, éstas consistían principalmente en galerías de tiro, miniboleras, simulaciones de deportes, conducción, y sobre todo pinballs, el juego estrella.

Los primeros juegos de habilidad se basaban en la misma idea de los primeros pinballs, en los que el jugador se limitaba a lanzar con un tirador las bolas y dependiendo de dónde cayeran se obtenían las puntuaciones, convirtiéndose de esta forma en un juego principalmente de azar y dando pie de esta manera a que en ocasiones se utilizaran como juego de apuestas y acabaran siendo prohibidas en ciertos estados de Estados Unidos.

No existe información directa de cuál fue la primera máquina redemption pura, que de forma automática otorga tickets en función de la puntuación obtenida una vez terminado el juego pero tirando de archivos las primeras en introducir los dispositivos necesarios para ello las encontramos en 1983 en los juegos Whack ‘a Mole (Bob’s Space Racers), Ice Cold Beer (Taito) o Tidal Wave (Exidy) por poner algunos ejemplos. Eran los inicios de una nueva industria del ocio, la de los centros de juegos redemption, y las máquinas no incluían de serie los dispensadores de tickets.

Al tratarse de un concepto de juego diferente de aquellos que en ninguna forma otorgaban premio alguno aparte de poder seguir jugando en función de la habilidad del jugador, las redemption tendrían que adaptarse a la legislación de cada estado o simplemente funcionar sin conceder tickets. En España sin ir más lejos, en diversos salones recreativos de mayor tamaño y afluencia de público, sobre todo internacional, se han podido encontrar juegos de este tipo con el dispensador incorporado pero desactivado o vacío. A partir de los años 90 los centros de ocio han ido incorporando mostradores de premios para un número cada vez mayor de máquinas que otorgan tickets.

Los juegos de las redemption actuales ofrecen retos de todo tipo, a veces es habilidad, otras veces hay un componente de azar, y también las hay de azar puro y duro simulando ser un juego de ruleta pero que realmente tienen un contador interno que decide en cada momento el número de tickets que debe conceder, y por tanto en qué punto se detendrá la ruleta. Por otra parte también existen juegos basados en reflejos que consisten en accionar un pulsador en el momento en que una luz pasa por un determinado punto y dependiendo de lo precisos que hayamos sido obtendremos una puntuación y sus correspondientes tickets. 

Dichos juegos suelen empezar a una velocidad asequible de forma que es fácil acertar los primeros intentos y tener unos pocos tickets asegurados pero pronto empieza a acelerar la velocidad y en determinados niveles es imposible demostrar que se ha pulsado el botón cuando la luz estaba en el lugar indicado, de forma que realmente es la máquina la que decide si es el momento de dar por válida la pulsación.

Sea como sea, están todas las máquinas bien estudiadas para no conceder demasiados tickets a lo largo del día, de modo que por muy hábil que uno sea y mucha suerte que se tenga, a la larga resulta más barato ir a una juguetería a comprar peluches que pasar una tarde entera jugando en estas máquinas, ya que sólo deben ser consideradas como un elemento de distracción con el que pasar un rato entre familia y amigos, y con un poco de suerte llevarse algún peluche de recuerdo. No recomendamos elegir los juguetes del mostrador. Suelen tener aspecto de romperse con facilidad. Otra opción suele ser cambiar los tickets por chucherías variadas. Ojo con los dientes.